Mi Reloj Swatch

Era una mañana de agosto de 2011 sin demasiadas preocupaciones. Paseaba sin mucho rumbo por la ciudad de los cuatro ríos. En aquella época ya existía WhatsApp y las redes sociales, pero se podía vivir sin ellas. Aquello era para los tenían BlackBerry. Como iba diciendo, iba caminando por la Rambla Llibertat y vi una tienda Swatch. La ociosidad de las vacaciones y en plena emoción del momento se me antojó comprarme un reloj; un reloj Swatch.

Era un reloj barato, con una esfera mínuscula, parecía más adecuado para un niño que para un adulto, pero tenía el tic-tac más agradable de todos los relojes que había tenido hasta ese momento.

Hace años que dejé de usar reloj. Al fin y al cabo, pasamos el tiempo con la vista pegada a una pantalla que incluye, entre otras cosas, reloj y múltiples notificaciones para que no levantes la mirada ¿Quién necesita cargar más trastos? Sin embargo, me gusta escuchar ese tic-tac. Me recuerda que el tiempo pasa, que cada segundo cuenta.

Al final está decorando mi mesa del despacho. Porque 14 años después sigo teniendo la misma opinión: tiene el tic-tac más agradable de todos los relojes que he tenido hasta este momento.

Mi última clase

Tenía esta entrada en borradores y hasta ahora no he encontrado tiempo para publicarla.

Tras 11 años dedicándome a la docencia (a tiempo parcial), impartí mi última clase el pasado 15 de mayo de 2024. Me despedí sin darle más importancia, casi en secreto. Al fin y al cabo, no soy un vuelo del que haya que anunciar las salidas por megafonía.

Esperé a que todos los alumnos se fuesen y pasé diez minutos meditando en silencio. En la vida no solemos ser conscientes de cuándo es la última vez que haremos algo antes de morir, pero en esto sí. Decidí que mi aportación a las siguientes generaciones a través de la docencia acababa aquí, en este momento. Por un lado dejaba un hueco para que otra persona tuviese la oportunidad de vivir la experiencia y por otro lado liberaba tiempo en mi agenda y espacio en mi cabeza. Me serví una copa de Laphroigh 10 para brindar por los 10 cursos académicos ejercidos (por si sentías curiosidad por el catavinos de la foto). Sentí cierta solemnidad en aquel momento solitario. Sabía que a partir de aquel momento nadie más volvería a llamarme profesor en el resto de mi vida.

Depresión, revisitada

Llevaba bastante tiempo sin darme una vuelta por aquí, por el blog. He estado muy ocupado, supongo. Como ya comenté en su momento, sufro depresión, aunque a día de hoy podría decirse que vuelvo a ser un ser humano funcional. La cosa está en que al abrirme a los demás sobre mi problema, he podido descubrir que no soy el único que la padece. También me ha llevado a descubrir la hierba de San Juan, un antidepresivo de origen natural.

Poder escribir estas palabras me pone contento. Parece que estoy acortando distancias en el marcador.

Padres Viejos

Me recriminaban el otro día haber dicho «padres viejos» en vez de «padres mayores». Mis padres son viejos. No hay nada de malo en ser viejo. Algún día yo también seré viejo. Ojalá llegar a serlo.

Las articulaciones se desgastan. La mente ya no razona a la misma velocidad. El mundo a tu alrededor se vuelve irreconocible. Tus amigos van falleciendo poco a poco. El tiempo avanza.

Quizás no te guste pensar en ello, pero tus padres no van a estar siempre ahí. ¿Ese informe de ventas? Puede esperar. Ve a pasar tiempo con tus padres. ¿Se les ha estropeado un enchufe? No mandes a alguien a arreglarlo: ve tú, aunque no sea financieramente lo más inteligente.

La nochebuena de la familia Vargas

Jamás me cuestioné cómo de normal era mi familia hasta que pasé mi primera nochebuena con otra familia. Las nochebuenas en casa de la familia Vargas no se parecen en nada a lo que podríamos considerar como normal. El programa es el siguiente:

  • Cena programada según el día de la semana, como el resto de días del año.
  • Ver el especial de nochebuena de Onda Jerez en el salón en familia.

Todo el mundo se acuesta a una hora prudente y al día siguiente nadie tiene ningún tipo de malestar.

Me sigue costando entender por qué nosotros somos los raros.